Queridas amigas y amigos, cevequianos. Un abrazo fraterno en el Dios de la vida.
Cuando hemos llegado al tercer día de nuestra Asamblea Mundial, quiero saludarles y contarles un poco sobre nuestro quehacer aquí. Llegamos bien, Marianella está muy contenta, ambos metidos con todo el corazón en las deliberaciones. Veníamos preparados para el verano y aquí el verano está frio, Alberto Brito nos prestó sus chaquetas para salir al Santuario en un momentito que nos dejaron respirar. El trabajo es demasiado intenso. Solo tenemos tiempo de comer, por la noche terminamos las reuniones a las 8.
El texto evangélico que nos inspira el desarrollo de la Asamblea es Mc 6,30-34.
Por eso estos tres días han sido de contar a Jesús y contarnos entre nosotros lo que hemos hecho desde Nairobit hasta aquí, cual ha sido nuestra andadura. Un tiempo cargado de emociones, compromisos y retos. Es un ir encontrándonos con la universalidad de la CVX que es esa misma impregnada por la SJ. Se trata de escuchar los gozos y las penas de los hermanos y hermanas de todo el mundo, admirar su creatividad y su temple, compartir sus sueños y entregarles los nuestros para que juntos apuremos sueños.
Son 56 delegaciones y diez delegaciones invitadas como observadoras.
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