En cada comunidad, siempre hay Uno más
Escrito por: MANUEL MAZA, S.J.
Cierto, que también entonces, al rezar el credo, proclamábamos: "creo en la comunión de los santos," pero no sacábamos las consecuencias de una santidad vivida en comunión. Cuando al cabo de los años, (corro hacia los 64) se nos explicó la importancia de la comunidad, al principio nos parecía un lujo.
Dos siglos de estudios bíblicos han mostrado la incansable actividad de Jesús para formar a su alrededor una comunidad itinerante, en la cual participaban hombres y algunas mujeres. ¡Sorprendente! ¿Verdad? (Lucas 8, 1 – 3).
En una sociedad marcada por hirientes divisiones de todo tipo, aquella comunidad de Jesús era, ella misma, una Buena Noticia, un anuncio dichoso de que la convivencia humana es posible, incluso a partir de la diversidad. El primer signo de la novedad que trajo Jesús fue la comunidad, luego vendrían otros.
Después de la pascua de Jesús, sus discípulos fundaron comunidades, los unía el amor que equivale al cumplimiento de la ley completa (Romanos 13, 10).
El pasaje de Mateo 18, 15 al 20 nos da pistas para ver cómo eran las primeras comunidades. A veces algunos fallaban; otras, surgían diferencias entre los hermanos. Mateo presenta a Jesús aconsejando enfrentar estas ofensas y quejas. La vida en comunidad exige que no se dejen pasar, no sea que se infecten, pero ventilarlas, antes que nada, en privado, con discreción. Así se guarda el buen nombre, se evitan los bandos, las opiniones de terceros, tal vez parciales o ignorantes. Y esto, no para ganar un pleito, sino para "ganar al hermano".
Si no te hace caso, busca un pequeño grupo de testigos, y luego a la comunidad, y si ni siquiera le hace caso a la comunidad, considéralo como uno que no cree, trátalo como a un ¡recaudador de impuestos a sueldo de una odiosa potencia invasora!
Para Jesús la convivencia en comunidad es necesaria y exigente.
En tu próxima reunión comunitaria participa con un amor y una responsabilidad a la altura de ese integrante de tu comunidad, tan fiel como incómodo: Jesús de Nazaret.
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