Hay gente que asocia "la santidad" más con "lo divino" que con "lo
humano". O también que relaciona "lo santo" más con "lo sagrado" que
con "lo profano". Es comprensible que ocurra esto. Porque, a fin de
cuentas, los santos se relacionan más con el cielo que con la tierra. Y
más con lo sagrado de un templo que con lo profano de una calle.... Por
eso, hoy día de todos los santos, vendrá bien recordar que el la
liturgia de la Iglesia nos recuerda sabiamente el evangelio de las
"Bienaventuranzas". Pero, si leemos atentamente este evangelio, una
cosa que llama la atención es que Jesús no habla ahí de prácticas
religiosas, normas sagradas o ceremonias de piedad y devoción. Por
supuesto, las prácticas, las normas y las ceremonias son importantes.
Pero lo son en tanto en cuanto nos hacen más humanos, más buenas
personas, más honrados.
Por eso hoy, en la festividad de todos los
santos, la Iglesia nos recuerda el ejemplo y la vida de todas las
buenas personas, que han pasado por la vida, haciendo el bien,
contagiando paz, esperanza, alegría, felicidad. Y aliviando penas y
sufrimientos. Tales personas, la mayor parte de ellas enteramente
desconocidas, ésos son los santos cuya memoria hoy celebra la Iglesia.
Como se ha dicho tan acertadamente, las víctimas de este mundo, los
vencidos y fracasados, ésos son los protagonistas de la Historia. En
tales personas, que son legión, están los santos que hoy veneramos.
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