Entrevista al padre Juan Halligan SJ, del Centro del Muchacho Trabajador, habla de 50 años de obra pastoral.
¿Cómo empezó su trabajo con los niños?
Para mí trabajar con niños trabajadores era una oportunidad.
¿Cómo implementó el Centro del Muchacho Trabajador (CMT)?
Poco a poco. Soy mendigo profesional. Hemos recibido muchas ayudas de muchas fundaciones, pero siempre a base de mendigar, de pedir.
¿Cómo es un día de un muchacho trabajador?
Los muchachos trabajadores están ganando en cualquier caso entre 15% y 85% de la canasta familiar, depende de la configuración de la familia.
El CMT llena un vacío, ¿cómo se canaliza eso dentro de un grupo familiar?
Mi horror, mi estupidez: formar un apostolado con niños ignorando a sus papás. Yo tuve que aprender que los papás también necesitan las mismas cosas que los niños no tienen. Tenemos un estudio de impacto de las cuatro décadas de nuestro trabajo, que indica que el 75% de chicos involucrados al Centro ha dejado atrás la pobreza para siempre.
¿Cómo se organizan para la recolección de fondos?
Cada año tenemos escasez de fondos y no podemos pagar a gente heroica que trabaja con nosotros. Cuesta menos de USD 3 por día por persona. No tenemos eso para todos esos pobres en el mundo, ¡que horror!
¿Es mejor saber y aprender a que las cosas estén ocultas a propósito de hechos revelados en la Iglesia?
Sí. La esencia de la vida espiritual católica es cambiar de lo malo a lo bueno. Tenemos que reconocer lo malo.
¿Y la autoridad?
Autoridad no es imposición, no es el mandamás, ya es hora de descubrir eso. ¿Autoridad en la Iglesia es rey sobre súbditos? ¡Dios mío, en dónde estamos! Hay que obedecer, pero inteligentemente.
¿Qué significado tiene la defensa de las libertades, incluida la de expresión?
Es importante que tengamos esa libertad. Si me callan no vamos a lograr ningún progreso.
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