
El domingo 28 de junio del 2009, después de la misa de CVX nos presentamos oficialmente como comunidad, una nueva comunidad llamada MAITU. Con 12 miembros adultos y con 8 chicos (entre 0 y 5 años) hemos empezado esta nueva aventura de acompañarnos como individuos y como familias en la búsqueda de construir el sentido de ser familias cristianas con un estilo de vida basada en la espiritualidad ignaciana.
Venimos de varias comunidades, por las que pasamos durante nuestra formación en el estilo de vida CVX cuando éramos jóvenes, solteros/as y sin hijos/as, y aunque ese camino fue muy enriquecedor y nos ayudó a confirmar nuestro estilo de vida y vocación laical, sentimos que nos quedaban chicas las comunidades, los temas, los compartires, las formas de llevar las reuniones. Las complicaciones de tener que dejar a nuestros hijos/as encargados/as para poder asistir a las reuniones, o el tener que buscar mil formas de entretenerles para que “no molestaran” en las reuniones y para que no hicieran bulla en los momentos de reflexión profunda.
Entonces empezamos a compartir ese mismo sentir, esas necesidades, el hecho de querer seguir en el proceso de formación, de crecimiento, de apostolado y de comunidad pero de una nueva forma, una en la que pudiéramos integrar a nuestros/as hijos/as a una formación en el acercamiento, conocimiento y amor a Dios (conocer para mas amar y servir a Cristo). Pero respetando la realidad tan distinta que es la de tener hijos menores de 6 años. Por tanto tuvimos que considerar y cambiar muchas cosas como se las han llevado tradicionalmente en las pequeñas comunidades.
Primero vimos que las reuniones era mejor llevarlas en nuestras casa, por las facilidades, por los juguetes, por el sentido de familia (hogar) y porque podríamos compartir la “mesa “, la comida, el compartir como una familia en las reuniones. Algo muy familiar, cotidiano y conocido por los chicos.
Después sentimos que teníamos que empezar una metodología novedosa, en la que pudiéramos abordar distintos temas pero para ser tratados en dos niveles, uno para los adultos y otro para los pequeños. Hacer actividades pedagógicas, recreativas, activas de acuerdo a su etapa evolutiva, a sus intereses ligando temas que empiezan a relacionarles con Dios (sentido de identidad, de gratitud frente a la existencia y creación, sentido de pertenecía, seguridad, cuidado de los padres y de un papa de todos que es Dios, reconocer en la vida y creación, la vida y alegría de Dios, etc.) y que empiezan a crear conciencia de lo que significa el caminar en comunidad (las actitudes y comportamientos que requieren para querernos, respetarnos y ayudarnos acrecer frente a la mirada amorosa de Dios). Por lo que cada semana decidimos tratar de abordar temas con metodologías muy participativas.
Pero también veíamos que no solo teníamos que centrar nuestras reuniones en actividades que permiten a los chicos conocer, compartir y dialogar entre sí y con nosotros, sino que también como adultos necesitábamos un espacio para compartir nuestro propio caminar en relación a nuestra relación con Dios de modo individual, en pareja y como familia. El ayudarnos a discernir, a compartir vivencias, a apoyarnos en nuestro camino de ser padres, profesionales y cristianos dentro de nuestra sociedad. Así que decidimos dar un espacio cada reunión de oración y compartir (a pesar de no poder hacerla en silencio ya que en este momento los chicos juegan solos).
Otro aspecto era la necesidad de espacios de silencio y de formación para ahondar en nuestro crecimiento dentro de nuestra misión y nuestra realidad específica. Por lo que nos planteamos la posibilidad de que una vez al mes tengamos reuniones sin chicos para poder hacer una oración larga y tratar temas más densos.
Por lo tanto se decidió realizar dos reuniones al mes con los chicos, una si chicos y realizar un paseo al mes con la finalidad de apoyar en el proceso de integración y de compartir en distintos espacios. Esto aporta incluso en el aprendizaje social (es increíble cómo se van apoyando, se van observando y van aprendiendo entre sí los chiquitos; además cómo se empiezan a consolidar como grupo de amigos y cómo se extrañan cuando no se ven).
Es muy motivador ver la alegría de los chicos al decirles que tenemos reunión, el verles participar, interactuar, el ver lo felices que son con las actividades, con el juego y el compartir y para nosotros es muy lindo sentir que tenemos apoyo mutuo en este camino de ser padres y familia.
También hemos planteado la posibilidad de hacernos cargo a futuro de una misa cada dos meses o algo así con el fin de realizar una propuesta nueva, en la que se hagan actividades paralelas durante los momentos más solemnes de la misa, pero que al mismo tiempo, en su nivel, puedan vivencia lo tratado en el evangelio de ese domingo.
Otra idea planteada que debemos ir definiendo cómo realizar es la idea de ir introduciéndoles en conceptos de ayuda, de compasión y solidaridad. Por lo que se enumeró la posibilidad de empezar con pequeñas actividades de apostolado (aunque a esta edad deban ser muy concretas y quizá muy asistencialistas, pero es para empezar a generar conciencia de otras personas diferentes, y de la necesidad de estar preocupados por ellos y de apoyarles y compartir).
Finalmente nos planteamos la importancia de un guía pero también el hecho real que no todo guía puede sentirse cómodo con esta nueva dinámica y ritmo de nuestra comunidad, y tampoco necesariamente nosotros como individuos, parejas y familias pudiéramos sentirnos entendidos por algún guía, por lo que nos planteamos un tiempo de seis meses apx. Para probar con varias personas interesadas, invitándolas a charlas o reuniones formativas, luego de lo cual tendríamos y el/la posible guía tendría más claridad de nuestro proceso para poder apoyar nuestro caminar más de cerca.
Sentimos que las necesidades de nuestra comunidad era algo compartido por otras comunidades nacionales. Incluso en Fátima se enfatizó el tema de la familia, cómo potenciar la experiencia de tener comunidades de familias. Sin embargo, sentimos que es un camino muy nuevo, que hay que ir formando al andar, que puede tener algunas líneas guías pero que requiere de mucha apertura, de flexibilidad y de ensayo-error, para ver lo que va funcionando con cada uno como persona, con los chicos, con el sentido de la CVX y con el/la posible guía.
En el Power Point adjunto están algunas fotos, los nombres de los miembros y la explicación del significado de nuestro nombre. Por lo que les invitamos a leerlo.
Estamos muy abiertos y dispuestos a compartir experiencias similares para ir construyendo pistas o pautas que pudieran servir para futuras comunidades con miembros que empiezan la bendición de ser padres. Esperamos poder ponernos en contacto con comunidades que estén recorriendo el mismo camino, que ya la hayan recorrido, con personas que quisieran apoyar con ideas, textos, charlas, experiencias de retiros o ejercicios y misas con niños y niñas pequeños/as o que pueden aportar con recursos y actividades para ser utilizados con niños pre escolares.
Sentimos todo esto como una gracia y además existe consolación en las evaluaciones de las reuniones. Pedimos sus oraciones para poder continuar construyendo comunidad creativa, dentro de esta Iglesia un poco tradicional.
Un abrazo a todos, y nos sentimos abrazados, “envueltos” por el amor de Dios como personas, como familias y como comunidad, en ese envuelto que se llama Maitu.
Cris García
Maitu
CVX Ecuador
Venimos de varias comunidades, por las que pasamos durante nuestra formación en el estilo de vida CVX cuando éramos jóvenes, solteros/as y sin hijos/as, y aunque ese camino fue muy enriquecedor y nos ayudó a confirmar nuestro estilo de vida y vocación laical, sentimos que nos quedaban chicas las comunidades, los temas, los compartires, las formas de llevar las reuniones. Las complicaciones de tener que dejar a nuestros hijos/as encargados/as para poder asistir a las reuniones, o el tener que buscar mil formas de entretenerles para que “no molestaran” en las reuniones y para que no hicieran bulla en los momentos de reflexión profunda.

Primero vimos que las reuniones era mejor llevarlas en nuestras casa, por las facilidades, por los juguetes, por el sentido de familia (hogar) y porque podríamos compartir la “mesa “, la comida, el compartir como una familia en las reuniones. Algo muy familiar, cotidiano y conocido por los chicos.
Después sentimos que teníamos que empezar una metodología novedosa, en la que pudiéramos abordar distintos temas pero para ser tratados en dos niveles, uno para los adultos y otro para los pequeños. Hacer actividades pedagógicas, recreativas, activas de acuerdo a su etapa evolutiva, a sus intereses ligando temas que empiezan a relacionarles con Dios (sentido de identidad, de gratitud frente a la existencia y creación, sentido de pertenecía, seguridad, cuidado de los padres y de un papa de todos que es Dios, reconocer en la vida y creación, la vida y alegría de Dios, etc.) y que empiezan a crear conciencia de lo que significa el caminar en comunidad (las actitudes y comportamientos que requieren para querernos, respetarnos y ayudarnos acrecer frente a la mirada amorosa de Dios). Por lo que cada semana decidimos tratar de abordar temas con metodologías muy participativas.

Otro aspecto era la necesidad de espacios de silencio y de formación para ahondar en nuestro crecimiento dentro de nuestra misión y nuestra realidad específica. Por lo que nos planteamos la posibilidad de que una vez al mes tengamos reuniones sin chicos para poder hacer una oración larga y tratar temas más densos.
Por lo tanto se decidió realizar dos reuniones al mes con los chicos, una si chicos y realizar un paseo al mes con la finalidad de apoyar en el proceso de integración y de compartir en distintos espacios. Esto aporta incluso en el aprendizaje social (es increíble cómo se van apoyando, se van observando y van aprendiendo entre sí los chiquitos; además cómo se empiezan a consolidar como grupo de amigos y cómo se extrañan cuando no se ven).
Es muy motivador ver la alegría de los chicos al decirles que tenemos reunión, el verles participar, interactuar, el ver lo felices que son con las actividades, con el juego y el compartir y para nosotros es muy lindo sentir que tenemos apoyo mutuo en este camino de ser padres y familia.

Otra idea planteada que debemos ir definiendo cómo realizar es la idea de ir introduciéndoles en conceptos de ayuda, de compasión y solidaridad. Por lo que se enumeró la posibilidad de empezar con pequeñas actividades de apostolado (aunque a esta edad deban ser muy concretas y quizá muy asistencialistas, pero es para empezar a generar conciencia de otras personas diferentes, y de la necesidad de estar preocupados por ellos y de apoyarles y compartir).
Finalmente nos planteamos la importancia de un guía pero también el hecho real que no todo guía puede sentirse cómodo con esta nueva dinámica y ritmo de nuestra comunidad, y tampoco necesariamente nosotros como individuos, parejas y familias pudiéramos sentirnos entendidos por algún guía, por lo que nos planteamos un tiempo de seis meses apx. Para probar con varias personas interesadas, invitándolas a charlas o reuniones formativas, luego de lo cual tendríamos y el/la posible guía tendría más claridad de nuestro proceso para poder apoyar nuestro caminar más de cerca.
Sentimos que las necesidades de nuestra comunidad era algo compartido por otras comunidades nacionales. Incluso en Fátima se enfatizó el tema de la familia, cómo potenciar la experiencia de tener comunidades de familias. Sin embargo, sentimos que es un camino muy nuevo, que hay que ir formando al andar, que puede tener algunas líneas guías pero que requiere de mucha apertura, de flexibilidad y de ensayo-error, para ver lo que va funcionando con cada uno como persona, con los chicos, con el sentido de la CVX y con el/la posible guía.
En el Power Point adjunto están algunas fotos, los nombres de los miembros y la explicación del significado de nuestro nombre. Por lo que les invitamos a leerlo.
Estamos muy abiertos y dispuestos a compartir experiencias similares para ir construyendo pistas o pautas que pudieran servir para futuras comunidades con miembros que empiezan la bendición de ser padres. Esperamos poder ponernos en contacto con comunidades que estén recorriendo el mismo camino, que ya la hayan recorrido, con personas que quisieran apoyar con ideas, textos, charlas, experiencias de retiros o ejercicios y misas con niños y niñas pequeños/as o que pueden aportar con recursos y actividades para ser utilizados con niños pre escolares.
Sentimos todo esto como una gracia y además existe consolación en las evaluaciones de las reuniones. Pedimos sus oraciones para poder continuar construyendo comunidad creativa, dentro de esta Iglesia un poco tradicional.
Un abrazo a todos, y nos sentimos abrazados, “envueltos” por el amor de Dios como personas, como familias y como comunidad, en ese envuelto que se llama Maitu.
Cris García
Maitu
CVX Ecuador
felicitaciones, bonita iniciativa y muy innovadora por cierto.
ResponderEliminarRoberto Marcos