¿Escucharon el compartir de Rodolfo y Daniela[1]? No sé si los que estuvimos ahí hemos compartido con nuestras comunidades las resonancias que nos dejaron sus vivencias, pero creo que todos estaremos de acuerdo que muchas de las cosas que nos contaron nos movieron internamente. Es decir, no sólo que nos agradó o desagradó, sino que nos impactó, nos cuestionó, nos abrió los ojos, nos entusiasmó, nos dio miedo (¿por qué no? ¿qué tiene de malo?)… en fin, nos desinstaló, aunque sea sicológica o espiritualmente. En hora y media contemplamos 2 años de vida de esta pareja que ahora va camino a Liberia (¡Qué fácil se dice!).¿Qué sentimientos nos causa lo que está sucediendo en el país? Correa asumió la presidencia con dos discursos fogosos. La Asamblea Constituyente se ve más clara que nunca. ¿Nos estamos alineando con el modelo de Chávez y Morales? Rafael Correa está proponiendo (¿o sólo está “diciendo” algo que ya está sucediendo?) no incorporarnos a una época de cambios, sino a un cambio de época. (¡Qué fácil se dice!) ¿También estamos contemplando la realidad de nuestro país?
Daniela y Rodolfo nos hablaron de sus experiencias de vivir en comunidad de bienes, de sus cuestionamientos con respecto a la necesidad de posesión de bienes, de alguien que se compró una furgoneta para prestarla a quien le haga falta (no importa si lo conocía o no), y de sus ilusiones y miedos frente a su viaje a Liberia, a dedicar sus profesiones y a servir a los migrantes y refugiados en ese país. Nos hablaron de su felicidad, mientras nos confirmaban que no tienen la más mínima idea de qué va a pasar con ellos en el futuro. ¿Regresarán? ¿Tendrán otro trabajo? ¿En qué lugar del mundo vivirán? ¿Cómo van a vivir?
Muchas veces me pregunto: ¿qué tiene que decir la CVX sobre lo que se está cocinando en el país? ¿Estamos a favor del cambio o de mantener el estado de las cosas? ¿Tenemos algo que proponer o tenemos la responsabilidad de construir algo? La propuesta del nuevo gobierno, no sé si alcanzamos a percibir, no apunta solamente a una nueva manera de hacer política, de si hay o no Asamblea Constituyente. Apunta a una nueva manera de ser sociedad. Cuestiona de manera muy dura la manera como vivimos. No propone una reforma, sino una revolución. Nos están diciendo que la manera en que vivimos no sirve. Hay que cambiar el sentido que le estamos dando conciente o inconcientemente a la vida, y que esa vida se concreta en la manera de hacer la política, la economía, el arte, la educación, de trabajar, de estudiar, de relacionarnos con nuestros vecinos, etc. Nos están diciendo que le damos más valor al dinero, al ser más productivos, al PIB, al prestigio, a la institucionalidad, a la “seguridad”, que a las personas. Nos están diciendo que esta manera de vivir, de pensar, de actuar o de dejar de actuar (omisión), no se preocupa por el bienestar del ser humano y provoca pobreza, injusticia y corrupción. ¿Cómo vamos a vivir?
Rodolfo y Daniela nos invitaron a compartir su misión, orando por ellos. Pero en el fondo, también nos estaban invitando a atrevernos. A ver más allá, a ir más allá. “El campo de misión de la CVX no tiene límites. Es el mundo entero y todos los ámbitos del mundo”. Nos estaban invitando a compartir su misión viviendo de la misma manera, es decir, con la misma actitud generosa y confiante en las locuras que Dios nos propone, si nos atrevemos a escucharlo.
Hoy podemos ser espectadores o incluso obstaculizadores de este cambio de época. O podemos ser protagonistas. Y no por el afán de figurar, sino como consecuencia de vivir con fidelidad nuestra vocación cristiana. O podríamos decir como este teólogo 30 años atrás: “Resulta más que sorprendente que el horizonte de la liberación no lo encontremos los cristianos en la historia de la salvación, -como hubiéramos podido y debido hacerlo-, sino en los científicos de las ciencias sociales y en la acción de quienes luchan las luchas revolucionarias”.
¿Qué te dice el corazón? ¿A qué nos sentimos invitados? ¿Quieres compartirlo?
[1] Daniela y Rodolfo son un matrimonio joven de cevequianos guayaquileños, que apenas casados viajaron a estudiar sus postgrados a Bilbao y Barcelona respectivamente. Estando allá, recibieron una propuesta del Servicio Jesuita de Migrantes y Refugiados para trabajar durante los próximos 2 años, al menos, en la oficina que tienen en Liberia (África Occidental).
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