marzo 29, 2010

Contemplativo de la acción

Cuando uno no es capaz de ser contemplativo en la acción, Dios te consuela (y cuestiona), permitiéndote ser, al menos, contemplativo de la acción… te cuento… 

Estaba haciendo mi colita, para comprar mi almuerzo, calculando cuanto servirme para que no pasara de 30BsF la cuenta y que tuviera algo de vegetales que es importante y de proteínas para que no me diera hambre rápido… de repente se aparece un niño pidiendo para comer… ni oportunidad tuve de negarme, porque estaba avanzando la cola, pero escuché los murmullos de negación de dos hombres que estaban detrás de mi… me serví, pagué… no pasó de 30BsF y había brócoli y pollo en mi plato… ¡si mi mamá me viera comiendo tan sano!, pensé… y volteando a la caja vi otra vez al niño, con una bandeja en mano, con una gelatina y una lata de jugo… “son 32BsF”, le dice la cajera a una señora al lado del niño… “mira al muchachito sinvergüenza, pidiendo y no andaba solo”, me digo yo… pero el niño me parecía tener el porte de los “tipo pobrecito”, algo no encaja. 

Entonces empiezo a detallar a la mujer… ¿será la mamá?, no tiene carterones de moda, ni collares ni anillos llamativos, pero no parece… además, paga con tarjeta… está raro todo… el niño carga la bandeja, además, con un buen plato de comida… salen del local, me concentro en mi plato; y regresan, llaman mi atención de nuevo… no hay mesa afuera…, consiguen una adentro y el niño se sienta dándome la espalda… se levanta de nuevo a buscar un pitillo y una cucharita… “para la gelatina claro”, pienso… pero la suelta y agarra una cuchara mas grande… se sienta… la mujer le pregunta algo así como “¿todo bien?”… el niño asienta… ella lo ve comer con la cuchara… es de los que saben comer solo con cuchara y agarrándola con toda la mano… la mujer le sonríe y se va…, al fin entendí… ella le pagó la comida… toda una ola de sentimientos vienen a mi… consolación es lo único que lo resume.

El niño termina de comer… al menos la mayor parte… se levanta y coincidimos las miradas… me sonríe, con un bigote de salsa… está contento… comió… bota algunos desperdicios, toma un envase para llevar y mete la carne y el arroz que sobró… y los cubiertos que no usó… un último sorbo al jugo y pide una bolsita… mete el envase con cuidado y la rica gelatina intacta arriba… le sonríe a otra chica que le corresponde sorprendida y se va… feliz, porque comió… y a mi… saboreando un pollo sin sal y frío, que dejó de importar, gracias a la luz y sal de esa mujer… hoy pude contemplar la acción de Dios… 

Nota del Editor: Este correo nos llegó desde la cuenta del Magis 3. Gracias Janu (CVX Venuezuela)

1 comentario:

  1. Anónimo7:04 p. m.

    que buena onda!! que bueno que esa mujer lo ayudo!!

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