octubre 24, 2011

UN TESTIMONIO, UNA EXPERIENCIA!!




Juanchi Trigatti de CVX Argentina, profesor de un colegio de la Compañía, nos cuenta cómo vivió su experiencia de despido laboral. Te recordamos mucho sobretodo tus compañeros Magis I. Gracias por compartirnos tus mociones es un lindo testimonio que nos comparte a continuación:









Desde aquel 16 de diciembre, cuando me echaron de Inmaculada, sabía que tarde o temprano iba a escribir estas líneas.

A la siesta llegó el telegrama a mi casa y un par de horas después me fui a una reunión que tenía con todo el grupo de trabajo de Cáritas, en esta, el Director comentó una breve historia de un hombre oriundo de Paraguay, que había tenido un accidente en la ruta y su esposa estaba internada en el Hospital Iturraspe, luego de unos días de estar “viviendo” en el hospital los trabajadores sociales de allí le ofrecieron que vaya a dormir al albergue que tiene Cáritas para los familiares de las personas que están internadas, que no pueden volver a su casa y no tienen recursos para pagar un alojamiento. El Director de Cáritas contaba que este hombre emocionado y con lágrimas en los ojos, estando en el albergue no dejaba de agradecer que se le hubiera ofrecido un lugar donde poder dormir, porque las noches en el hospital habían sido muy duras.

Cuando escuché esta historia, en aquel día tan particular, me emocioné mucho, porque yo, aunque con un gran dolor luego de casi 16 años en el colegio, sabía que no iba a necesitar preocuparme demasiado por conseguir trabajo, porque un montón de gente amiga, familiares y allegados que me sostienen, que me quieren y con los cuales sé que puedo contar lo iban a hacer casi por mí, y no me equivoqué así sucedió, aparecieron un montón de oportunidades y ofrecimientos, que aprovecho para agradecerles a todos aquellos que me ayudaron y me siguen ayudando.

Pero no quiero detenerme demasiado en esto, sino solamente para comparar mi situación con la de este hombre que estaba en el albergue de Cáritas, para seguir constatando y comprendiendo como la pobreza no es solamente la ausencia de bienes materiales, no es solo un problema “económico”, la pobreza es la ausencia de eso que se denomina capital social y que es toda esa trama de personas que existe a nuestro alrededor, casi imposible de medir cuantitativamente, pero que está y nos sostiene, especialmente en los momentos difíciles.

Angélica, una querida amiga monja, cuando se enteró de mi despido entre todas las cosas que me escribió puso una frase que me marcó, decía así: “Entrar en la experiencia de los últimos es fuerte, pero sin duda también nos da una oportunidad.”

Dos cosas puedo decir al respecto, la primera es que a la distancia de aquel diciembre creo que no pude aprovechar del todo esa “oportunidad” a la que se hacía mención, por miedo, por falta de confianza en Dios, etc. no la pude aprovechar del todo, en realidad, no me dio el cuero para hacerlo, me faltó la valentía y el desprendimiento que tienen muchísimas de las personas que nosotros como sociedad marginamos, hay que tener muchos cojones para confiar y confiarse, a mi me faltó bastante. La segunda, es que en aquel momento relativamente había entrado en una experiencia de “los últimos” que era ser echado del trabajo, en mi caso por diferencias ideológicas, es cierto que de un día para el otro había perdido aquel sitio que, aunque maltratado, era mi lugar en el mundo. Aparecían la incertidumbre y el desconcierto. Pero, digo que relativamente había entrado en esa experiencia, porque “los últimos” no tienen esa red que los sostiene para que no se golpeen contra el piso cuando una situación de estas características los hace tambalear, a ellos si los rajan del laburo, no consiguen que los vuelva a tomar nadie ni para limpiar baños, no sólo que no pueden elegir en que van a trabajar, como me pasó a mí y nos puede pasar a muchos, no pueden elegir porque no los toma nadie. Si no tienen guita, nadie seguramente de su entorno, por más que quieran los podrán ayudar, porque no les sobra un peso. Y muchísimos, ni siquiera tienen a alguien para contarle que los despidieron del trabajo.

Cuando vuelvo y me imagino a aquel hombre durmiendo en un banco del hospital, llorando por sentirse nadie para nadie, pienso cuanto tenemos para agradecer y cuanto tenemos para hacer por aquellos hombres y mujeres que se sienten así.

Por eso digo, pobre los pobres, porque no tienen, pero además no son y no están para la mayoría de nuestra sociedad, que para ellos debe ser lo más doloroso.

2 comentarios:

  1. gracias por compartirlo.

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  2. Muy buena reflexión Juanchi..! y mucho más válida porque es testimonio vivido. gracias por este "espejo" en el que mirarnos. Abrazo grande...! Elio

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