abril 20, 2012
EL MILAGRO DEL 20 DE ABRIL!!
Un día como hoy, en 1906, ocurrió el prodigio en el inolvidable Colegio, ubicado entonces en la casa colonial de la calle Benalcázar, en el centro histórico de Quito. El viejo edificio -historia, piedras, columnas y paredes macizas- había albergado inicialmente, desde 1594, al Colegio de San Luis, antecedente del restaurado en 1862 con el nombre de San Gabriel.
El milagro ante alumnos del Plantel, consistió en que un humilde papel que tenía impresa una imagen de la Virgen de los Dolores, de pronto como que cobró vida, al decir de los testigos, entre los que se encontraban estudiantes procedentes de múltiples provincias del país, dos clérigos y gentes del servicio doméstico. Los párpados de la Virgen se abrieron y cerraron múltiples veces. El rostro expresaba serena angustia.
Al portento siguió un exhaustivo proceso canónico en el que no faltaron los criterios de médicos y científicos, expertos en diferentes áreas, artistas y fotógrafos, empeñados, unos y otros en buscar, en primer término, si el fenómeno podía o no tener explicación por causas naturales. El veredicto, serio y meditado, fue el necesario para que la Iglesia Católica, tan renuente a precipitaciones, declarara solemnemente que lo ocurrido no podía comprenderse sino por causas sobrenaturales, es decir milagrosas.
El Ordinario del lugar, es decir la autoridad religiosa competente, autorizó el culto público respectivo y dio a la imagen el nombre con el que se le conoce desde entonces, hasta ahora y para siempre: la Dolorosa del Colegio San Gabriel. Resultó, pues, indeleble e indisoluble la vinculación entre los alumnos y su Virgen, cuyas estampas se convirtieron en compañeras inseparables, ora colocadas en las casas y oficinas, ora llevadas en las carteras, ora puestas en los vehículos.
Las más de 100 generaciones que han pasado desde entonces, tienen algo así como marca de identidad y como factor de hermandad y solidaridad el recuerdo, que más bien es presencia, de los días del Colegio, plasmados en la Efigie venerada. De hecho, todas las tradiciones gabrielinas que solamente los necios pueden desdeñar y desviar, nacieron y se mantuvieron en torno de la Patrona.
Alguna vez, alumno yo, escuché la predicación de un curita en una novena de abril. Inquiría qué nos dice la Dolorosa hoy, precisamente hoy. Buena y duradera pregunta para la que caben múltiples respuestas. Primero, decía el clérigo, mantener y acrecentar la fe en Dios. Segundo, amar a los demás y, especialmente a los más necesitados. Tercero, prepararse como alumnos del Colegio, para cumplir la vocación de este establecimiento que es estar siempre en la primera línea, lejos sus pupilos del arrebañamiento y de la comodonería. Dicho más radicalmente, ser más para servir mejor, tesis del verdadero Ignacio de Loyola, el que no ha sido descuartizado por la artería de algunos intérpretes de piel de oveja y uno que otro quinta columna. Derecho que no puede ser conculcado y obligación que debe ser cumplida. Que nadie soslaye la lección, ahora que el San Gabriel conmemora el sesquicentenario de su restauración.
Autor: Marco Lara - mvlaraguzman@hoy.com.ec Ciudad Quito
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