septiembre 16, 2016

REMOVIENDO LA TIERRA INTERIOR (Lore Pérez desde la Amazonía)


En este segundo reporte quiero compartir con ustedes, que ya después de 8 semanas de estar aquí, va pasando un poco la novedad de conocer el lugar, de encontrarme con lo nuevo, (Leticia es una ciudad pequeña de aproximadamente 50.000 habitantes, sin muchas actividades culturales o para el ocio), sin que por ello deje de sentir y gustar las novedades, aunque menos sí aparecen, sobre todo cuando visito las comunidades, porque veo rostros nuevos, paisajes nuevos, historias nuevas que me animan.

Este es un nuevo tiempo de descargar la mochila con la que vine, esa mochila llena de ideologías, sentires, posturas, saberes que ahora siento, no me ayudan y que por el contrario me limitan. Es ahora que empiezo a sentir un remover la tierra no solo exterior sino más bien de mi interioridad para abrirle el camino a Dios, a ese Dios vivo que se me quiere revelar y que para encontrarlo debo dejar de buscarlo fuera, tengo que descender al fondo de mi corazón y por supuesto que me asusta, no es fácil encontrarme con miedos, deseos, vacíos, preguntas…etc. Y, creer aunque a veces no lo sienta que Dios está ahí junto a mí, en mí. Lo que más me acerca a Él, es precisamente el empezar a vivir en la verdad sin engañarme reconociendo mis errores, mis limitaciones y también mis dones que me ayudan a ver la verdad de los demás con misericordia.

Van apareciendo en el silencio, en la soledad ese darme cuenta que en algunos casos estoy viendo desde mis propios zapatos, como por ejemplo me llama la atención que en la mayoría de las comunidades las familias tengan el servicio de Directv, (antenas parabólicas), internet y celulares de última tecnología, caer en la cuenta de la influencia de estos aparatos en los jóvenes que son muy parecidos a los chicos de cualquier ciudad  occidental, con el mismo estilo de vestimenta (pantalones super pegados en los hombres, el cabello parado, formas de caminar y gestos, etc.).

Los padres tienen la misma preocupación que los padres en las ciudades grandes se quejan de esa forma de vestir, de pensar… y no saben que hacer. La influencia de la televisión y la tecnología cambia rápidamente la vida y el modo de pensar de los jóvenes y niños, a una velocidad que no siento que están preparados. En las comunidades que tiene todo el día energía eléctrica los chicos hacen menos deporte y disfrutan menos de la naturaleza, los ancianos con preocupación ven como se va perdiendo la identidad de su etnia y como se van dejando de lado sus costumbres y en algunos casos hasta su idioma, y van adoptando la cultura norteamericana. No sé si llamarlo así, pero esta herramienta de la globalización (internet, parabólicas, etc.) es un monstruo que los va absorbiendo rápidamente.

Desde esto que veo, a veces pienso -no deberían tener esas herramientas-, no televisión, pero también me respondo, quien soy yo para limitar o decir que deben hacer o dejar de hacer. Ellos como yo, tienen derecho a elegir lo que deseen, acertar y equivocarse como yo lo he hecho y lo sigo haciendo. Y me quedo en silencio pensando en que debería hacer, es ahí cuando aparece Dios y siento que me dice que lo deje ser y estar a Él, que los mire con ternura, los escuche, es lo mejor que puedo hacer. Por ahora es permitir ese espacio de encuentro, de abrazarlos como son, para que ellos puedan compartir sus gozos, sus dolores y yo acompañar. Probablemente, si es que se llega a suceder, se propicie el espacio compartir sobre lo que ha hecho y está haciendo en nosotros “occidentales” esas herramientas, y al final como siempre, serán ellos quienes tomen la decisión. Creo que esa puede ser una de las causas del alto índice de suicidio de adolescentes en estas comunidades aún tengo mucho que descubrir.

Aquí los tiempos son diferentes, con un ritmo mucho más lento, estoy aprendiendo a danzar a este nuevo compás. A veces cuando me toca dar la reflexión de la palabra (homilía) me sorprendo cayendo en la cuenta de que llevo en mi sangre ese ser profesora, haciendo participar a la gente, preguntando, traduciendo a imágenes de su vida cotidiana, confrontando con preguntas como por ejemplo: ¿qué quiere Dios para su comunidad?, intentando que esa palabra se traduzca en una acción concreta en su día a día. A veces cuando he terminado me ha sorprendido el aplauso de la gente imagino que dije algo que tocó su corazón y reconozco que no soy yo, es el Espíritu de Dios que habla a través de mí.

Otro momento es cuando siento que no hago nada, porque voy escucho a la gente, converso, camino de una casa a otra, me sirvo los alimentos y así termina el día. Sin una planificación, sin un objetivo por cumplir, solo estando. Ahora sé, que eso es pastorear, es estar con las ovejas, observarlas, conocerlas una a una, intentar saber que sienten, que piensan, mirarlas con ternura y dejar a Jesús ser el Buen Pastor, Él quien trabaja en silencio en el interior de ellos y en el mío.

He aprendido que hay pensamientos que ayudan y otros que generalmente suelen ser preguntas que me distraen de lo esencial.

Voy sintiendo lo difícil que es poner en práctica ese “ir donde nadie más va” y cuesta!!! claro que cuesta, saber que después de múltiples peripecias, agotada, muerta de sed, sudando… llegas y te das cuenta que no hay capilla, solamente dos veces al año van con suerte un sacerdote o misioneros para apoyar en los ritos de Navidad y Semana Santa. Son personas con tanta sed de ser escuchados que la visita a la familia dura más de una hora y no quieres interrumpir porque van abriéndote su corazón y no quieres perder la gracia del momento. Es justo después que siento un agradecimiento por hacer sido yo la escogida, a pesar del cansancio, me hace bien estar presente ahí en ese lugar con esos mis hermanos.

He podido apoyar en una charla sobre Liderazgo al Grupo Juvenil de Vicariato, eso me ha ayudado a confirmar que me gusta mucho el trabajo con jóvenes, son buen terreno donde se puede sembrar para que después sea Dios quien coseche.

Así, ha transcurrido a breves rasgos este segundo mes, con altos y bajos “normales” me han dicho unas religiosas amigas (Tati y María de Tabatinga) con quienes me puso en contacto Analú para que la soledad sea compartida, me ha hecho mucho bien su compañía y escucha. Gracias!

Cuando estás lejos descubrirás la cercanía de las personas que más te quieren me decían, ha sido otra verdad confirmada, hoy es cuando más valoro a mi familia quienes incondicionalmente se comunican conmigo por whatsapp o por teléfono siempre pendientes de como estoy. Y, esos amigos del alma casi hermanos que también están pendientes de mí, con sus oraciones, con sus mensajes o llamadas con quienes puedo ser yo, contándoles todo lo que voy viviendo por acá en esta misión y de quienes voy sintiendo la compañía a pesar de la distancia.

Para terminar, les dejo una frase del curso de incidencia socio política que me ha gustado mucho y me anima, “La DSI es más que una teoría, se orienta a la acción” y eso es lo intento hacer cada día que estoy aquí. Les animo a mis hermanos de CVX a intentar poner en práctica esta frase y a dejar salir fuera ese deseo de servir y de estar en contacto cara a cara con las personas más empobrecidas del país y del mundo. Discierne y descubre cuando es tu tiempo y lánzate porque no estás solo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.