
En la Cumbre del Milenio, los jefes de estado y de gobierno, se comprometieron a reducir a la mitad, hasta el año 2015, el porcentaje de las personas que viven en la indigencia - cuyos ingresos sean inferiores a $1 dólar por día.
La pobreza y el medioambiente van unidos. Cuando la pobreza entra por la ventana, por la puerta se van la conciencia de solidaridad y la preocupación por el futuro y el medio que nos rodea: la supervivencia a toda costa se convierte en el principal motor, caiga quien y lo que caiga. Si queremos que exista un futuro para la familia humana es necesario que erradiquemos la pobreza. Esto sólo se consigue en sociedades donde la solidaridad y el ser humano sea el centro. En las nuestras esto está lejos de conseguirse. Más bien al contrario, la ley del más fuerte (del que más dinero tiene) es la que manda. Este sistema económico y social insolidario, injusto y fundamentalista llamado neoliberalismo genera grandes y cada vez mayores capas de población empobrecida, tanto en los pueblos del Norte más rico como en los del Sur, sobre todo en estos.
Además, las consecuencias que tiene este sistema de explotación del ser humano y de la naturaleza es la pérdida de toda esperanza en un futuro de bienestar para las mayorías. Al contrario, hoy en día cada vez son menos los que viven con un bienestar de lujo y despilfarro, y más los que tienen que sobrevivir con cada vez menos.
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