junio 22, 2017

TODO ESTÁ INTERCONECTADO COMO SI FUÉSEMOS UNO....

“Tudo está interligado como si fossemos um. Tudo está interligado nesta casa comum” mantra Amazónico em portugues

Este mantra me ha acompañado durante todo este mes, todos formamos parte de esta madre tierra y de este universo, estamos conectados unos con otros y juntos dentro de esta Casa Común, todo lo que hagamos tiene afectación en el otro sea ser humano, animal, planta, es decir todo ser viviente de nuestro planeta, grande o pequeño, depende de nuestra manera de actuar, del estilo de vida que elijamos, de lo que hacemos o de lo que dejemos de hacer.
Desde esta reflexión, puedo decir que si nos damos cuenta en realidad nunca estamos solos, la soledad puede ser una sensación temporal de la persona que depende de esa capacidad para abrirse y sentir con el otro, siempre estamos cercanos y relacionándonos continuamente con otras personas o seres vivos, a quienes podremos percibirlos desde nuestros sentidos. Por lo tanto, puedo ser responsable de lo que le sucede al otro tanto de bueno como de no tan bueno. Suena fuerte porque a nadie le gusta que la felicidad o armonía dependa del otro. Muchos libros de psicología nos motivan a buscar nuestra propia felicidad dentro de nosotros y eso me parece muy bien, solo que algunas veces nos pasamos la vida centrados en nosotros mismos y en la búsqueda de la felicidad que se nos pasa la vida en eso, y caemos en el individualismo, en el cual está sumergido el mundo, y nos olvidamos que la felicidad es algo de doble vía, es decir, que es un dar y recibir incondicionalmente, yo en gratuidad me dono al otro y el otro se me da gratuitamente. Al estilo de Jesús, quien nos invita junto a él a recrear continuamente este mundo y a encontrar el rostro de Dios en el otro, que en esta Casa Común hay espacio para todos y que lo importante es aprender a convivir juntos en armonía, en Su amor.

Probablemente no sea muy fácil de entender, a mí se me hace difícil explicarlo, sin embargo, es lo que he podido ir descubriendo y vivenciando en este voluntariado. Donde he podido sentir la mano buena del ser humano, cada vez que conozco y veo personas que viven en esta triple frontera en esta Amazonía, sean de iglesia o no, que se desgastan apoyando a las comunidades ribereñas ya sea en la pastoral, en catequesis, navegando por el río, dando a conocer la legislación indígena, apoyando la demarcación de territorio, capacitando en la mejora de la producción y cuidado de la tierra, acompañando y escuchando las necesidades de las personas originarias, sensibilizando en contra de la trata de personas, educación, etc. Personas que se trasladan hasta este lugar de nuestra Casa Común, desde lugares lejanos por un llamado profundo de cuidar, apoyar y armonizar este pulmón del planeta que aún nos queda. Lastimosamente, también puedo visibilizar la mano del ser humano que viene a desarmonizar este espacio con la extracción indiscriminada de los recursos naturales, la contaminación, el narcotráfico, la trata de personas, etc.
Entonces, me brota del corazón y de mi mente: si todos estamos interrelacionados y nos afectamos para bien o para mal, en este mundo, todos somos responsables no solo de lo que hacemos, sino también de lo que hace mi hermano. Siendo así la injusticia social, la destrucción de la naturaleza, también es mi responsabilidad y ante eso me cuestiono ¿qué estoy haciendo? ¿cuál es mi contribución grande o pequeña? No puedo quedarme estática, observando lo que sucede a mi alrededor viendo como otros van deteriorando esta Casa Común. Recuerdo este párrafo de la Laudato Si que dice: “La cultura ecológica no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas que van apareciendo en torno a la degradación del medio ambiente, al agotamiento de las reservas naturales, de la contaminación. Debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático.” (LS 111)
Gracias a este presupuesto de que todo está interconectado, interrelacionado en esta nuestra Casa Común, entonces no solamente estamos en la Tierra, somos tierra. Y si me siento así, entonces no me debería importar ni la raza, ni el credo, ni la lengua, ni la cultura porque en mi esencia yo llevo un poco de todos, me siento hermana de todo y de todos como San Francisco. Es precisamente así, que de un tiempo acá me voy sintiendo con este entorno amazónico y con su gente, o mejor debería decir con mi gente, en un tiempo privilegiado de irme encontrando con ellos, de ir descubriendo y valorando su gran riqueza cultural, su pensamiento, su estilo de vida, que busca la armonía con su entorno.
Desde este espacio voy comprendiendo lo que para la cultura indígena significa “Buen Vivir”, desde este bioma amazónico lo que mis hermanos originarios pretenden o han pretendido durante tantos años, es construir una sociedad donde caminemos todos juntos, donde tengamos la certeza de que todo alcanza para todos y que, por su puesto, me y nos preocupemos porque a nadie le falte nada y que nadie se quede atrás. Para ellos su Dios es un Dios bueno que provee siempre y que nunca abandona, en ellos se hace vida el pasaje de Mateo que dice: “miren las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y su Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas?” (Mt 6, 26). Que admirable la fe que tienen ellos en su Padre - Madre Dios, en su creador. Agradecen el alimento que cada día reciben con el sudor del trabajo en sus chagras[1] y cada pez que logran pescar en el río. No se quejan porque no conocen otro estilo de vida porque para ellos, su estilo de vida es el mejor, disfrutan y tienen tiempo para descansar, hacer deporte o jugar con sus amigos. En nuestro lenguaje occidental diríamos para perder el tiempo.
Nosotros en cambio en nuestras ciudades hemos cambiado el Buen Vivir por el “Vivir Bien” y vaya que hay diferencia, ese vivir bien nos encierra en un individualismo en el cual solamente busco mi bienestar personal y máximo el de mi familia, olvidándome de mi entorno, perdiendo esa capacidad de sentirme interrelacionado con el otro y llevándome al consumo y a un supuesto progreso o desarrollo que devasta el entorno porque está centrado en el ser humano como dominador de todo.
Nosotros todo lo medimos en base a objetivos, productividad, resultados, indicadores, siempre tenemos que estar trabajando a tal punto que hemos perdido la capacidad de relacionarnos con el otro y con nuestra naturaleza, de ahí que vienen las enfermedades como el estrés y la depresión porque nos auto exigimos, o esforzamos por cumplir los parámetros que demanda la sociedad desarrollada llena de comodidades y tan vacía de relaciones y afectos. Tan ruidosa y con tan pocos silencios.
Ahora después de once meses en este rincón de nuestra naturaleza amazónica, me pregunto ¿Quiénes son los realmente desarrollados? Ellos definitivamente, porque aún guardan en su corazón esa esencia de Dios, de sentir y saber que, sin la naturaleza, ellos desaparecen junto con ella, pues no son nada sin ella y ella no es nada sin ellos, porque están interrelacionados, interconectados como con un cordón umbilical del que dan y reciben vida y el cortarlo significa morir. Por eso ellos están dispuestos a dar su vida por cuidar este espacio de tierra que les queda.
Estas son algunas reflexiones que han ido surgiendo en mi interior durante este tiempo, por eso me parece que cuando el Papa dice que probablemente debemos cambiar nuestro estilo de vida y nuestra espiritualidad siento que está intentando decirnos que debemos volver a nuestra esencia, a nuestra fuente, a nuestros orígenes, a Dios.
Desde cualquier lugar en el que me encuentre cerca o lejos de esta Amazonia, creo cada uno de nosotros podemos contribuir para mejorar la calidad de vida de los seres vivos de nuestro entorno. Les dejo en este relato algunas interrogantes ¿estoy viviendo el Buen vivir o el Vivir bien?, ¿Me siento parte de esta Casa Común y que hago por cuidarla?, ¿sería capaz de salir de mis comodidades o mi desarrollo por insertarme un tiempo en esta Amazonía, en estas fronteras?, ¿Desde mi país, cuál es mi contribución para que este “todos vivamos juntos”, para “que nadie se quede atrás o fuera”?
Compartiendo mi misión de este mes, terminamos como equipo pastoral el primer recorrido de sensibilización en contra del Tráfico de personas en las comunidades de Zaragoza, Libertad, Puerto Triunfo y Ronda. Como siempre trabajamos con los niños en las escuelas con el tema del cuidado del cuerpo, tuvimos eucaristías en dos comunidades gracias al apoyo de Valerio Sartor SJ, sacerdote jesuita, y el Hermano Capuchino Manuel Vargas, Las personas de la comunidad valoran mucho la presencia esporádica de los sacerdotes, piden que se los visite con mayor frecuencia y poder tener una misa al menos una vez al mes, sienten que eso le puede ayudar para combatir los vicios a los cuales los jóvenes están expuestos por la influencia del desarrollo.
Participé también en la reunión bimensual de la Red de Enfrentamiento en contra del Tráfico de personas de la Triple Frontera, en ella se comparte la situación en cada país referente al tema, hay niños que desaparecen, niñas que son vendidas a ancianos, o llevadas a Santa Rosa para prostitución, el panorama no es muy alentador, pues como toda frontera, tiende a ser descuidada por las autoridades de cada uno de los tres estados.
Por invitación de Natalia Forero, colaboradora de la Hijas de la Caridad en Colombia, quien trabaja el tema en contra de la Trata en Puerto Nariño, la acompañé en la sensibilización del tema en Islandia, Perú. Estuvimos dos días trabajando en la escuela con los niños y los jóvenes, debo mencionar que hay apertura por parte de los directores y profesores para que mensualmente se les apoye con la formación a los chicos. La comunidad internacional e inter congregacional conformada por cinco religiosas y un sacerdote diocesano nos acogió durante estos días, fue un bello compartir de experiencias, de misión y de vida.
Por último, para terminar el mes, visité Atalaia do Norte, una parroquia de la Dioceses Alto Solimões en Brasil, donde pude compartir con Martha, misionera javeriana española, quien por tres años trabajará en esa población en programas pastorales con mujeres e indígenas y con quien desde su llegada hace tres meses hemos ido construyendo una bonita amistad, aproveché también para visitar y compartir con los amigos del CIMI[2].
Fue un mes de compartir, de guardar muchos rostros en el corazón y de muchas reflexiones interiores.

Gracias siempre por acompañarme con sus oraciones en esta misión.
Lore



[1] Chagras, porción de tierra o terreno donde siembran los productos propios de la región.
[2] Conselho Indigenista Missionário

abril 28, 2017

NO SONAR COMO LATAS VACÍAS

“Aunque reparta todos mis bienes, y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me aprovecha. El amor es paciente, es amable; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe; es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo escusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.” (1Cor 13,3-7)

Es uno de mis pasajes favoritos de la Biblia, muchas veces lo he leído en diferentes contextos de mí vida y siempre ha tocado muy profundo mi corazón.
En este mes, desde esta triple frontera con el pequeño aporte que puedo hacer en el equipo pastoral desde este voluntariado, siento que, a pesar de mí misma, Dios, ese Padre que es Bueno me va permitiendo vivir con intensidad este trabajo, motivándome a poner el corazón en lo que hago, me apasiona el contacto con los niños en las escuelas, quienes en estos meses poco a poco me han ido conociendo y ahora, ya se acercan con confianza y familiaridad.  Les encanta pronunciar mi nombre gritando “Lorena” para llamar mi atención, yo volteo a verlos, les guiño el ojo y les sonrío, ellos responden mi sonrisa y se acercan para que los abrace. Tal vez, tanto ellos como yo, lo hacemos por necesidad, sí, necesidad de afecto, de cercanía, de sentir el amor de Dios a través del otro. Qué bueno y gratificante es dar y recibir un abrazo, deberíamos hacerlo con más frecuencia, con certeza crearíamos más lazos y menos muros en el mundo.
Soy una persona de muy pocos rezos, es más, probablemente con suerte aprendí el Padre Nuestro, el Ave María, (Alma de Cristo y Tomad Señor y recibid) solo cuando entré en CVX. Nunca me ha gustado repetir oraciones ya elaboradas, prefiero orar con mis propias palabras, tratando que brote lo que llevo en mi corazón, a veces cuando no siento inspiración para orar, opto por quedarme en silencio y dejar que se hablen y se encuentren los corazones. Por eso tal vez la forma de evangelizar que más me agrada es la pastoral del acompañamiento, del simplemente estar, conversar sobre un tema, escuchar, cuestionar y motivar esos deseos profundos que van saliendo de las personas con quienes voy compartiendo, niños o adultos, hombres o mujeres, ancianos o jóvenes.
Algunas veces me sucede que, en medio del trabajo con los niños, disfrutando lo que hago al sensibilizar en contra de la trata de personas, o cuando estamos viendo un video, haciendo una dinámica, cantando o reflexionando con ellos el trabajo, me quedo por unos segundos en blanco y me pregunto: ¿qué hago aquí?, ¿por qué estoy aquí? Y la respuesta que sale desde lo profundo de mi corazón es el recuerdo de mi madre que con su ejemplo siempre me enseñó a servir y a luchar en contra de las injusticias, y a mi padre que fue y sigue siendo un luchador, que me enseñó a no darme por vencida, a terminar todo lo que empiezo, un hombre que ayuda silenciosamente a las personas que lo necesitan. Ese instante, ese flash, provoca en mí un gran sentimiento de gratitud por ellos, mis padres, porque gracias a su ejemplo estoy viviendo esta experiencia. Porque gracias a ellos me duele la injusticia y la exclusión.

Aunque no sea bien vista y te tachen de subversiva, loca o comunista, que te digan “es peligroso en lo que te estás metiendo”, ”hablar en contra la trata de personas aquí hay que tener cuidado”, hablar a los niños para que no se dejen toquetear por los padres, profesores o adultos, querer que ellos conozcan su derecho a cuidar de su cuerpo, a denunciar si sienten que su corazón se entristece cuando algún adulto, sea quien fuera les hacen daño, eso para mí es evangelizar. Al final, solo les informo lo que sucede en el mundo y como siempre en libertad, ya desde lo que aprenden, ellos toman sus decisiones, pero ya no caen por desconocimiento.
En una conversación que tuve con un sacerdote aquí, le comenté que creo que Jesús era de izquierda, me quedó mirando y con una risotada me dijo “yo también creo lo mismo”, porque estar aquí es de locos y Jesús volvería a hacer lo mismo que hizo hace dos mil años, es decir no estaría en las iglesias, estaría itinerando en el río o por las montañas, probablemente no sería muy instruido desde los estándares profesionales, con certeza estaría confrontando y motivando a las personas para que se cuestionen sobre lo que está pasando a su alrededor, estaría motivando a que nos desinstalemos de nuestras comodidades y que seamos los pies y las manos de Él para la construcción del reinado de Dios.
Por eso le pido a Dios cada día, que en esta misión y en mi vida entera, me permita hacer las cosas grandes o pequeñas, poniendo el corazón, con amor, porque si no pienso en esto cada día, llegaré a ser como una lata vacía que suena y de latas vacías ya está contaminado el mundo.
Brevemente, las actividades de este mes fueron seguir sensibilizando en Contra de la Trata de Personas en las comunidades de Arara, Santa Sofía, Nuevo Jardín, Loma Linda, Maloca y Progreso. Gracias a Dios tenemos acogida en todas las escuelas y trabajamos con todos los niños y los profesores en las mañanas hasta la una de la tarde. En algunas comunidades providencialmente hemos coincidido con reuniones de padres de familia en las tardes y aprovechamos para informarles sobre el tema. En las noches tenemos celebración de la palabra y también proyectamos un video que nos ayude a informar en contra de la Trata de Personas. Esta misión va tocando mucho mi corazón, me alegra ver cómo después del trabajo los niños y los adultos, se van con más conocimiento y más seguros de lo que pueden hacer.
También tuvimos el apoyo de dos novicios jesuitas de Brasil (Eduardo y Fernando) quienes vinieron por un mes a esta triple frontera para vivir una corta experiencia de inserción con las comunidades indígenas, fue muy grato compartir con ellos y motivarlos para cuando lleguen a ser sacerdotes, no se olviden de su vocación inicial misionera, la de salir a las fronteras, la de remar mar adentro, donde muy pocos queremos ir porque implica salir de nuestras zonas de confort y eso siempre nos cuesta, nos da miedo, pero al final la gratificación es muy grande.
Al terminar este breve relato ya me voy preparando para las misiones de Semana Santa, espero que sea un tiempo de reflexión personal y comunitaria.  Y que, al final de la Semana Santa, todos resucitemos sintiéndonos motivados a desinstalarnos y lanzarnos a esas misiones de frontera que Jesús nos va pidiendo y que por algún tiempo hemos aplazado.
¡Felices Pascuas de Resurrección!
Un gran abrazo y nos seguimos orando
Lore


marzo 21, 2017

EVANGELIZAR EN LA VIDA COTIDIANA


Febrero es el mes más corto del año. En esta región de nuestra querida Amazonía poco a poco se empiezan a reanudar las actividades cotidianas después de un largo tiempo de vacaciones escolares. Se ven las promociones para el inicio de las clases en las pocas calles comerciales de Leticia. Los niños y jóvenes aún están de vacaciones las tres primeras semanas, a partir del 20 de febrero empieza a sentirse de nuevo el movimiento, ya se puede ver en las mañanas a los padres que llevan a sus hijos hasta las puertas de ingreso de las escuelas, algunos niños con uniformes nuevos y otros con uniformes remendados pero bien lavados, algunos niños van alegres por retomar sus clases otros me cuentan que quisieran que las vacaciones fueran más largas porque les gusta mucho estar en casa y jugar con sus amigos.

Y así como Leticia y Tabatinga inician sus clases, yo, junto al equipo pastoral, nos reunimos para planificar el cronograma de visitas a las comunidades rivereñas del Amazonas. Las primeras semanas han sido el tiempo de planificar la metodología del nuevo recorrido que iniciaremos ya con una temática específica que consiste en informar y sensibilizar a las personas de las comunidades indígenas sobre la esclavitud invisible del Siglo XXI que es el Tráfico de personas.

Fue un tiempo de buscar material en internet, pedir material a la Red en Contra del Tráfico de personas de la Triple Frontera, leer documentos sobre el tema para poder llegar de la mejor forma a las personas. Mientras más leo y me informo sobre este tema, más me voy apasionando por esto, porque es importante que todos estemos informados, que todos nos unamos para combatir este enemigo invisible que tanto daño hace a nuestra sociedad y del cual estamos rodeados sin darnos cuenta. Son los más vulnerables de nuestra sociedad quienes corren el riesgo de caer en esta red, las personas en situación de pobreza, la violencia, la falta de comunicación y el abandono son factores que influyen en la existencia de este monstruo que destruye nuestra sociedad de manera silenciosa. El objetivo es poder llegar a los niños, los jóvenes y las familias de las comunidades. Como son grupos diferentes debemos abordar el tema de manera diferente.

En medio de esta preparación inicié el primer viaje misionero. Magnolia, mi compañera de equipo, me pidió que la acompañara a visitar tres comunidades junto con el sacerdote misionero del Vicariato P. Obdulio, quien había venido para hacer un breve recorrido por Zaragoza, Libertad, Pto. Triunfo y Santa Sofía. Fue un viaje de 4 días en los cuales vistamos familias informando sobre la llegada del sacerdote con quien en cada comunidad tendríamos una misa en las noches para todos y en la mañana otra con los niños en las escuelas. Fue un tiempo de vivir de cerca otra forma de evangelizar desde la misa, el sermón y los sacramentos. Personalmente no me identifico mucho con esta forma, sin embargo, la respeto porque es la forma tradicional a la que está acostumbrada gran parte de nuestra iglesia. Como en todo voluntariado se tienen experiencias que te gustan y te animan y otras que no tanto. Con certeza voy aprendiendo de todo en este tiempo de misión.

Hasta que por fin llegó el día de nuestro primer viaje a la Comunidad de Nazareth. En esta visita solo fuimos Magnolia y yo porque la Hna. Noelia tuvo un problema en su rodilla y tuvo que quedarse para realizarse unas terapias. Conversamos con Valero SJ y le comentamos sobre la necesidad de llevar con nosotros un proyector y una laptop; generosamente nos prestaron los equipos de la comunidad, ya teníamos todos listo para comenzar la evangelización con los temas específicos sobre de la realidad del mundo y sobre esta triple frontera tan vulnerable. El primer día en Nazareth cuadramos con la coordinadora de la escuela para trabajar sobre el tema de la Trata de Personas y los dividimos por grupos de grados y edades, pues los materiales que habíamos preparado son diferentes para niños y para jóvenes. Con los niños no podemos abordar el tema directamente, con ellos se trabaja a partir del cuidado del cuerpo, para ello utilizamos un video muy bonito realizado en Brasil y traducido al español. Con lo más grandes se trabaja el tema más directamente y desde la vida. En la noche con la ayuda de la Vice Curaca reunimos a los jóvenes de la comunidad para hablar de este tema. Gracias a Dios todo salió bien, los niños y jóvenes ahora al menos ya conocen sobre el tema, los profesores también y se va iniciando el compromiso de ponerse alertas ante situaciones que puedan presentarse dentro de las comunidades respecto a la trata de personas.

Como Dios es bueno y la providencia funciona, siempre nos va dando luces y confirmando llamados, justo antes de nuestra visita a la segunda comunidad “Arara”, tuvimos una reunión con Sor Genoveva, religiosa Vicentina, comprometida con el tema. Su comunidad, dentro de las prioridades, tiene precisamente la misión de combatir este monstruo del siglo XXI. La lucha contra la Trata de personas forma parte de una Organización Defensores de Vidas que trabajan en diferentes países de Latinoamérica y forman un Red a nivel mundial.  Ellas han elaborado material para el trabajo principalmente con los profesores de las escuelas para que sean ellos los multiplicadores de este trabajo con los estudiantes. Muy generosamente Sor Genoveva nos facilitó el material, le comenté brevemente como lo estaba abordando y me dijo que lo había planificado bien. Debo mencionar que mi poca experiencia como profesora me ayudó a preparar este tema, y por supuesto va confirmando también mi vocación de docente. Creo que la educación y la formación es muy importante y es una forma de evangelizar, además me gusta mucho pensar, buscar y crear formas para lograr a que las personas puedan comprender el mensaje y sacar sus conclusiones sobre lo que van descubriendo, conociendo o aprendiendo.

Luego fuimos a la Comunidad Arara con material y recursos mejorados después de la experiencia piloto de la primera comunidad. Siento que fue mejor desarrollado el tema en esta comunidad pues se involucraron más los profesores. Aún falta seguir puliendo la metodología y material, pero creo que el primer paso ya se dio, ahora será cuestión de seguir trabajando y profundizando en eso. Con estas primeras visitas voy confirmando que la forma de evangelizar que me gusta es precisamente ésta, a través de los temas de la vida cotidiana, que puedan relacionar como Dios les habla y nos habla constantemente a través de los que vivimos en el día a día.

 “Aliento a cuantos están comprometidos en ayudar a hombres, mujeres y niños esclavizados, explotados, abusados como instrumentos de trabajo o de placer y a menudo torturados y mutilados”. P. Francisco

“La trata de personas en un delito contra la humanidad” P. Francisco

Estas son algunas frases que me animan desde esta misión a contribuir con un granito de arena para luchar en contra del Tráfico de personas que cada vez va creciendo. Es una esclavitud invisible que por lo tanto no es fácil combatir, pero que se puede hacer mucho desde la información y la sensibilización a las personas para que no caigan en sus garras por desconocimiento. Esta zona de triple frontera es muy vulnerable para que esta actividad ilícita se realice, pues hay poco control en las fronteras, la policía y las fuerzas armadas de los tres países es muy reducida para atacar el tráfico de drogas y de armas, mucho menos puede atacar el tráfico de personas. La Iglesia poco a poco está iniciando el trabajo de sensibilización de estos males a la población para que no caigan por desconocimiento. Ojalá más personas se sigan uniendo a esta Red de Enfrentamiento al tráfico de personas de la Triple Frontera para que juntos se pueda disminuir un poco este mal en este lado de nuestro querido planeta.

Invito a todos quienes leen este pequeño relato mensual, amigos, familia y cevequianos a que disciernan si una forma de evangelizar puede ser precisamente el involucrarnos para trabajar en este tema del Tráfico de personas que es, como dice el Papa Francisco, una llaga o una enfermedad del siglo XXI que va carcomiendo la humanidad.

Los fines de semana apoyo en las actividades de la Comunidad Marista en Tabatinga (Brasil), visitamos la comunidad Umariaçu, están iniciando un trabajo en Xingu, en el barrio de Tabatinga, pero con mayoría de población Colombiana. Así van pasando las semanas con actividades, con compartires, con encuentros, con el otro y con el Señor.

Gracias por leer mis relatos cortos, sencillos muy desde la cotidianidad, gracias por acompañarme con sus oraciones, mails, whatsapp y llamadas. Como siempre me encomiendo a sus oraciones para que siga encontrándome con ese rostro de Jesús en la vida de esta Triple Frontera.

Un abrazo,

Lore

marzo 01, 2017

COMUNIDAD ESPACIO DE ENCUENTRO

Empieza un nuevo año y con él, nuevas páginas en blanco en las que se irán escribiendo más historias sobre este pequeño peregrinaje en este rincón de nuestra querida Amazonía. 
Quiero empezar este compartir con la carta de Pablo a los romanos: “Apréciense unos a otros con amor fraterno; honren a los demás más que a ustedes mismos” (Rm 12, 10) Este mes ha sido un tiempo de hacer vida este pasaje, no solamente por el precioso tiempo compartido entre mi familia y amigos en la corta visita a mi país, sino porque realmente voy sintiendo al amor de Dios en cada cosa que me sucede. Al finalizar el mes de diciembre después de las misiones de Navidad me topé con la desagradable sorpresa de que la cabaña donde vivía sola en Leticia fue robada. La impresión para mí fue fuerte, pues no había experimentado antes una situación así. Estoy consciente de que esto puede ocurrir en cualquier lugar del mundo, son dolorosos contratiempos al que todos estamos expuestos y probablemente es más fácil vivirlos en una zona de frontera. 
Como se dice popularmente: “no hay mal que por bien no venga”, gracias a ese infinito amor de Dios que nos demuestra cada día y que inclusive nos conoce más de lo que nos podemos conocer nosotros mismos. Ese Dios que siempre es más y que sabe nuestros límites y hasta donde podemos llegar, ese Dios que es Padre y Madre y que se vale de todo para darnos sus muestras de amor. Ese Dios de Jesús que es Bueno y solo sabe amar. A ese Dios, hoy quiero dar las gracias por este suceso, porque aunque desagradable, me extendió su mano generosa a través de la Comunidad Marista ubicada en Tabatinga al otro lado en la frontera en Brasil.
A mí regreso de Ecuador, me acogieron generosamente mientras buscaba una nueva vivienda, tal vez un poco más segura. Pasó la primera semana y lamentablemente no es fácil encontrar algo aquí. Fue una noche después de la cena que Vero y Peggy, misioneras laicas maristas, me hicieron una pregunta. Vero es argentina y con su acento me dijo: ¿vos querés vivir sola o te gustaría vivir en comunidad? Yo le respondí: “siento que mi tiempo de vivir sola en esta misión fue muy rico, con sus altos y bajos, pero ahora me encantaría vivir en comunidad.” Ellas al escuchar mi respuesta casi a una sola voz me dijeron: “las puertas de nuestra comunidad están abiertas para que vivas con nosotros, hemos conversado de manera virtual con los dos hermanos maristas que también forman parte de esta comunidad, Iñigo y Justin que ahora están fuera de Tabatinga,  juntos creemos que por el poco tiempo que estarás aquí menos de 6 meses, en vista de que no es fácil encontrar un vivienda segura y sabemos que tampoco es fácil vivir sola en un país que no es el tuyo, puedes quedarte aquí con nosotros, enriquecernos mutuamente con nuestras espiritualidades y con nuestra misión.” 
Mientras escuchaba sus palabras, mi corazón se llenaba de alegría y gratitud por esta propuesta. Es más de lo que había esperado, no sería solo un lugar seguro sino que
además tendría la oportunidad de conocer y vivir con otras personas que comparten la misma vocación de servicio en esta triple frontera. Me preguntaron también si para mí no era una dificultad la distancia. Solo para que tengan una idea, caminando desde el Centro Educacional Marista enTabatinga hasta la oficina del Proyecto PAMSJ son 35 minutos, aquí en realidad todo es cerca, incluso hay servicio de moto que en 5 minutos ya estás en la frontera. 
Por supuesto, que acepté con la única condición de que yo pudiera colaborar mensualmente con una cantidad de dinero a manera de arriendo, por dos motivos, el primero dentro del aporte que recibo de CVX consta el valor para ese pago, y segundo, y tal vez más importante, es que mis padres siempre me enseñaron a ser delicada con la acogida de las personas. No sentiría la misma libertad de servirme los alimentos o utilizar los servicios si yo no colaboro económicamente con los gastos de la casa y por supuesto con las actividades de la vida cotidiana. Al principio ellas no quisieron aceptar, dijeron que sobre eso hablaríamos luego, pero al final con los argumentos que les presenté, aceptaron y a partir del 15 de enero estoy viviendo con la comunidad Marista.
 Por eso empecé con el pasaje de Pablo, aunque son pocas semanas, puedo decir que voy descubriendo la riqueza de vivir en comunidad. Una comunidad que se va construyendo en el día a día, con el compartir de la oración, las actividades propias de la casa, la vida y misión. Estoy descubriendo una espiritualidad nueva, la espiritualidad marista de hermanos desde el servicio y la fraternidad, una espiritualidad que busca ser sencilla y confundirse con el otro en la vida cotidiana, que va poniendo en práctica uno de los deseos de su fundador Marcelino Champagnat “que digan de ustedes miren como se aman”, y así es como voy percibiendo desde las diferencia no solo de culturas, sino de personalidades, la tolerancia, el respeto al otro, en una palabra ese deseo de encontrar a Jesús en el otro, acéptarlo y amarlo tal y como es. Una sencillez de vida y un corazón abierto hacen que nos preocupemos unos a otros, a la manera de Jesús con sus apóstoles. Ahora voy experimentando que cada espiritualidad tiene mucho que ofrecer y que es realmente un privilegio que nuestra iglesia tenga una variedad de espiritualidades porque cada una desde su propio carisma construye el cuerpo de Jesús.
Gracias también a esta experiencia, veo la importancia de nuestra dimensión comunitaria en CVX. En este tiempo donde el individualismo y la competitividad nos arrastran, el rol de la comunidad juega un papel muy importante, siendo este el sitio donde verdaderamente se crean los espacios de encuentro y compartir que nos hacen vivir ese “ser amigos en el Señor”. Para vivir en comunidad es importante que los miembros de la comunidad tengan una actitud de apertura, de discernimiento, saber cuando hablar y cuando callar, descubrir
poco a poco cual es su rol en la comunidad, cual es su aporte y desde ahí lograr un trabajo de cuerpo, gracias a este trabajo interior la comunidad con el aporte de todos logrará ser ese lugar donde la verdad, la creatividad, la alegría, el perdón y la reconciliación nos ayudan a encontrar la voluntad de Dios en esta misión que vamos compartiendo.  
Por lo demás, este mes es temporada de vacaciones por lo que todavía no empieza la actividad normal en Leticia. En cuanto a la misión este mes ha sido apoyar a mis compañeros Pablo SJ y Robby en trabajos puntuales del Mapeo de Fe y Alegría, pues se encuentran en la recta final del Proyecto, tabulando encuestas, transcribiendo entrevistas, y gracias a ese trabajo he podido conocer la realidad de las comunidades indígenas de Perú y Venezuela. Realmente ha sido un trabajo bien hecho y bien pensado que con certeza dará muchos frutos para Fe y Alegría que trabaja en la Amazonía.
Por último, he realizado una propuesta de planificación de estos 5 meses de trabajo pastoral en las comunidades ribereñas del Amazonas lado colombiano, a partir de febrero iniciaremos con el equipo pastoral el trabajo pastoral y las visitas a las comunidades indígenas.
He acompañado a Vero y Peggy al novenario de San Sebastián en el Barrio la Comara, viviendo la riqueza de la espiritualidad popular y la devoción que tienen al santo. Tuve la oportunidad de conocer a Brenda una joven voluntaria que trabaja en la Pontificia Universidad Católica de los Maristas en Porto Alegre, fue muy gratificante compartir con ella un par de semanas. Por supuesto, también fue muy consolador por las conversaciones que tuvimos, conocer y conversar con el Hno. Nilvo, marista que por un buen tiempo formo parte del Equipo Itinerante, cuanta sabiduría, cuanta experiencia de Dios en el convivir con las comunidades indígenas, es fácil encontrar a Dios en personas con experiencia de inserción. Esta comunidad es de puertas abiertas, muy acogedora a quien necesita un rincón donde descansar y un plato de comida, Dios siga bendiciendo tanta generosidad y su misión en este rincón de Nuestra Casa Común. Fuimos a una misa en la comunidad Tikuna de Umariaçu y después fuimos invitadas a un rito que se llama Mosa Nova, que es como la fiesta de los 15 años para las niñas en nuestros países. En otro momento compartiré de qué se trata este ritual, porque no quiero alargar mucho este relato. 
Así que estos 5 meses seré “Jesuita” en Leticia y “Marista” en Tabatinga. Qué privilegio el mío poder vivir dos realidades amazónicas de esta triple frontera, lograr tener una visión de vida de Colombia y Brasil. Hacer vida el deseo de la REPAM Red Eclesial Panamazónica de abrazarnos en el trabajo conjunto por esta nuestra Amazonía sintiéndonos un solo cuerpo. 
Empiezo el año con pie derecho en esta misión y con muchos deseos de dar lo mejor que pueda en el trabajo misionero. Como siempre me encomiendo a sus oraciones. Un gran abrazo de año nuevo lleno de sueños y bendiciones para todos.
Lore Pérez E.
Voluntaria CVX 

enero 30, 2017

CELEBRAR

Mes a mes voy compartiendo brevemente esta experiencia que con altos y bajos, ya ha llegado al sexto mes. Qué rápido pasa el tiempo, estoy en la mitad del camino. Por supuesto es el tiempo de detenerme, hacer una pequeña pausa, hacer silencio para dejar que se vaya decantando y descubriendo cómo Dios se ha ido manifestando en todo este tiempo, desde el trabajo con la Compañía de Jesús y con la CVX.

Diciembre es un mes muy corto porque tenemos dos celebraciones: Navidad y Año Nuevo, que prácticamente dejan el mes en 15 días. Lo mejor de este mes han sido las Misiones de Navidad que realicé inserta en la comunidad de Nazareth, una comunidad con aproximadamente 1000 habitantes, la mayoría de la etnia Tikuna. Fueron 10 días en los cuales Dios se manifestó generosamente a través de los niños y jóvenes con quienes principalmente trabajamos los misioneros capuchinos y yo.
Estas misiones son organizadas por la Congregación de los Padres Capuchinos que tienen su misión por muchos años aquí en la Amazonía. Como voluntaria me incluí en las misiones junto con un teólogo jesuita chileno Juan Pablo Becker. Los jesuitas aquí en este rincón de la Triple Frontera no tienen una obra concreta, mas bien han optado por apoyar las obras y proyectos que existen en el Vicariato en la medida de sus tiempos.

Debo agradecer mucho a Dios porque en este mes, su rostro fue más evidente en cada niño con quien compartí la vida mientras preparábamos los villancicos, descubrir sus historias de vida difíciles, niños que a tan corta edad 9, 11 y 13 años ya habían perdido a sus padres y vivían con sus abuelos. Niños y niñas tan necesitados de afecto, de caricias y abrazos, que madrugaban para que iniciemos actividades con ellos. En estos 10 días hice de directora de coro, maestra parvularia, psicóloga, diseñadora de interiores, catequista, abogada, etc. Fue tanta la cercanía y el cariño recibido de lado y lado que el corazón se queda chiquito ante tantas muestras de afecto. Incluso algunas niñas querían identificarse con Paola (misionera laica franciscana de Pasto) y conmigo, pues habían pedido a sus papás que les compren gafas y sombreros como los que nosotras llevábamos, lo cual nos causó un poco de gracia. Pero cuando nos dijeron el último día “les vamos a extrañar porque ustedes son la únicas que nos quieren”, nos quedamos sin palabras con que responder y agradecidas porque fueron ellas quienes nos abrieron su corazón.
Fueron días también de conocernos con Paola y de poder acompañar su historia de vida, que como muchas vidas tiene sus sueños rotos y fracasos, sus gozos y alegrías. Dios no deja de cruzar en mi vida personas, a quienes por esas “diocidencias”, puedo tender una mano al escuchar y acoger sus vidas. Esa actitud me ayuda mucho y aprendo más dentro de este caminar.
Además, en medio de la Novena tuvimos un encuentro con los catequistas de las comunidades rivereñas con quienes el próximo año, y como fruto del diagnóstico realizado, se está planificando iniciar un proceso de formación a catequistas y futuros animadores de las comunidades, que tanta necesidad tienen de savia nueva que despierte y renueve la fe en sus comunidades. Contamos con 40 personas y fue dirigida por el P. Valerio Sartor SJ. Fue un encuentro de compartir las experiencias y de proponer necesidades en torno a la Evangelización. Confiamos en que Jesús siga bendiciendo este pequeño proyecto.
Al finalizar la novena tuvimos la Capilla llena en la Noche Buena. No había espacio para un alfiler, incluso estaban sentados en el suelo. Todos fueron a compartir y celebrar con alegría el Cumpleaños de Jesús, los niños prepararon dos danzas al Niño Jesús, fue una Navidad diferente, alejada de la tecnología y los medios de comunicación, llena de tantas actividades que el tiempo se me pasó volando. Solo la Noche Buena extrañé a mi familia tan querida. Ya el 25, día de Navidad, recibí sus llamadas tan llenas de cariño que alegraron mi corazón.
Y el regalo que Dios me dio después de esta misión fue poder viajar y compartir con mi familia el Año Nuevo. En realidad, inicialmente el voluntariado era un año de corrido, pero como aquí en Colombia es tiempo de vacaciones escolares diciembre y enero. Mis compañeras de misión y los jesuitas del PAMSJ, viajan a sus países de origen para pasar fin de año y sus vacaciones anuales, para no quedarme sola en Leticia aceptaron que yo también viajara unos días para pasar el fin de año con mi familia. Mi papá fue quien generosamente me regaló el pasaje para compartir con ellos estos días en que me he podido recargar de su cariño y cuidados.
Fue tan emocionante el reencuentro con mi papá, mis hermanos, mis cuñadas y mis sobrinas, sobretodo mis sobrinas que hasta se nos escaparon las lágrimas de la emoción. Claro no me olvido de mi hija de cuatro patas (Titina), me alegra ver como se lleva de maravilla con mi papá y se acompañan en mi ausencia. Voy confirmando que la familia y mi familia es el mejor regalo que Dios me pudo haber dado en esta vida, ellos son un gran apoyo en esta misión. Además, pude verme con amigas y con mi comunidad de CVX, tuve un acompañamiento largo con Mauricio López compartiendo las luces y sombras de estos 6 meses de experiencia voluntaria. Intentando abrir camino para los que vendrán.
Con todo lo vivido siento que ha sido un tiempo de celebrar la vida, la alegría, la familia, de sentir a Jesús que sutilmente nace en nuestros corazones día a día y me anima a seguir encontrándolo en cada cosa que voy viviendo.
Tiempo de celebrar la amistad y los reencuentros, tiempo de recargarme para los próximos 6 meses que me faltan.
Finalmente, quiero terminar este breve relato con esta frase de Pedro Casaldáliga:
“Para mí, un hombre o una mujer espiritual es vivir en profundidad, asumir opciones dignas de una vida humana. Ser coherente, abrirse a las necesidades del prójimo. Celebrar la vida”.

Con todas nuestras limitaciones humanas siento que, si nos dejamos llevar por Jesús, con certeza tarde o temprano nuestro corazón no puede resistirse a escuchar ese llamado de ver nuestro mundo roto y quedarnos tranquilos sin contribuir con un granito de arena, probablemente insignificante, pero es mejor eso a quedarnos sin hacer nada. Nuestra espiritualidad nos confronta a ser coherentes entre lo que predicamos y lo que hacemos. Hay que “poner el amor más en obras que en palabras” como dice Ignacio de Loyola. Tal vez el mundo siga igual, pero yo ya no soy la misma ahora, hay un antes y un después de esta experiencia. Les invito a quienes van sintiendo este llamado a que lo tomen en serio y se vayan poniendo en
las manos de Dios, para que puedan lanzarse a esas invitaciones que solo Dios pone en nuestro corazón.

A todos quienes me acompañan leyendo estos pequeños relatos mes a mes les deseo un año 2017 lleno de pasión y alegría por lo que hacemos y que desde donde estemos siempre tratemos de traslucir el amor que recibimos diariamente de nuestro Padre Bueno.